Ocho horas delante de un ordenador, durante mas de veinte años, en la misma oficina, con los mismos muebles, con los hijos de los jefes que ahora ya son los jefes. Me cuesta recordar cuantos compañeros/as han pasado por alli en todos estos años, me cuesta tanto como tener que quitarme las telarañas cada mañana.
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